El concepto de gobierno uni-mundial ha sido elemento de profecías apocalípticas y teorías conspiranoicas que involucran papas, la ONU, FEMA, los Illuminati, y la gente lagarto. En el mundo real, un gobierno de un solo mundo ha sido una meta de la Comintern global y de muchos de los oligarcas que triunfaron sobre los soviéticos en la Guerra Fría. Tal vez con la excepción de las utopías de ciencia ficción como Star Trek, tendemos a pensar que el gobierno global es una idea amenazante. Pero eso no siempre ha sido así, fue Albert Einstein quien propuso la gobernanza mundial después de la caída de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.

El papel de Einstein en el desarrollo de esas armas puede haber sido mínimo, según el propio físico (la verdad es más complicada), pero más tarde expresó su pesar y un replanteamiento total del tema en sus muchas entrevistas. En 1952  Einstein escribió un breve ensayo titulado «Sobre mi participación en el proyecto de la bomba atómica», en el que recomendaba a todas las naciones «abolir la guerra mediante la acción común» y se refería al ejemplo pacifista de Gandhi,»el mayor genio político de nuestro tiempo».

Cinco años antes, encontramos a Einstein con un humor menos que esperanzador. En una carta abierta a la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1947, lamenta que «desde la victoria sobre las potencias del Eje… no se ha hecho ningún progreso apreciable ni hacia la prevención de la guerra ni hacia el acuerdo en campos específicos como el control de la energía atómica y la cooperación económica». Einstein elabora:

Mientras la energía atómica y los armamentos sean considerados parte vital de la seguridad nacional, ninguna nación dará más que falsas promesas a los tratados internacionales. La seguridad es indivisible. Sólo se puede alcanzar cuando en todas partes se obtienen las garantías necesarias de la ley y el cumplimiento de la ley, de modo que la seguridad militar ya no es el problema de un solo Estado. No es posible llegar a un compromiso entre la preparación para la guerra, por una parte, y la preparación de una sociedad basada en el orden público, por otra.

Hasta ahora esto suena no sólo como un gobierno de un solo mundo, sino como un estado policial de un solo mundo. Pero la propuesta de Einstein recibe un tratamiento mucho más completo en un editorial mensual de 1945. Aquí, admite que muchas de sus ideas son «abstracciones» y plantea un esquema para protegerse ostensiblemente contra el totalitarismo global:

En mi opinión, la pertenencia a un sistema de seguridad supranacional no debería basarse, en normas democráticas arbitrarias. El único requisito de todos debería ser que los representantes de las organizaciones supranacionales -asambleas y consejos- sean elegidos por el pueblo de cada país miembro mediante una votación secreta. Estos representantes deben representar al pueblo y no a ningún gobierno, lo que realzaría la naturaleza pacífica de la organización.

Pensaba que el mayor obstáculo para un gobierno global no fue la desconfianza de Estados Unidos, sino la renuencia rusa. Después de hacer todo lo posible para inducir a los soviéticos a unirse, escribe en su carta de la ONU, otras naciones deberían unirse para formar un «gobierno mundial parcial… que comprenda por lo menos dos tercios de las principales áreas industriales y económicas del mundo».

Einstein se correspondía con muchas personas sobre el tema de un gobierno mundial, recomendando en una carta que se estableciera un «tribunal mundial permanente» para «restringir al poder ejecutivo del gobierno mundial a no sobrepasar su mandato que, al principio, debería limitarse a la prevención de la guerra y los acontecimientos que provocan la guerra». En cuanto a la cuestión no insignificante de la economía, escribe que «la libertad de cada país para desarrollar las instituciones económicas, políticas y culturales de su elección debe garantizarse desde el principio».

Los conflictos ideológicos sobre la economía le parecían «bastante irracionales», como escribió en su editorial atlántico. Si la vida económica de Estados Unidos debe ser dominada por relativamente pocos individuos, como es, o si estos individuos deben ser controlados por el estado, puede ser importante, pero no es lo suficientemente importante como para justificar todos los sentimientos que se despiertan sobre ella. Para 1949 había llegado a ver el socialismo como un antídoto necesario contra los «graves males del capitalismo» el más grave de los cuales, escribió, es «una oligarquía de capital privado cuyo enorme poder no puede ser controlado efectivamente ni siquiera por una sociedad política organizada democráticamente», incluso una con alcance legislativo global.

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